Pedro Juan Gutiérrez, Trilogía sucia de la Habana, Anagrama, 2015, 368 p. [Trilogie sale de La Havane, traduit de l’espagnol (Cuba) par Bernard Cohen, 10/18, 2003, 437p.]
Podemos considerar Trilogía sucia de la Habana, del escritor Pedro Juan Gutiérrez como un son a los sentidos, al goce, al coito, a la linfa y a las tripas. De una cadencia salvaje, sabrosa y estridente pero igualmente triste, que nos evoca un “Sóngoro cosongo” desbordante de la gracia y de la sinceridad del cubano de corazón. Esta novela aparecida en 1998 ha sido largamente traducida a través del mundo, lo cual podemos considerar un gran mérito, debido a su lenguaje juguetón, sucio y lleno de argot cubano. Debido al carácter cínico de la novela y a su tendencia realista sucia, Gutiérrez ha sido calificado como Bukowski caribeño o Henry Miller Habanero, y aunque se pueden encontrar similitudes temáticas y narrativas entre el cubano y estos autores, es evidente destacar en esta obra la desbordante originalidad del cuenta cuentos avezado.
Estamos de acuerdo de que la Trilogía sucia de la Habana de Gutiérrez podrá gustar o de plano desagradar, sin embargo, su energía y su heroísmo no pasan desapercibidos: el de denunciar sin enjuiciar y el de mostrar al desnudo y sin censura, los aspectos más sórdidos de la realidad del pueblo pobre cubano de los años 90, periodo de crisis y exilio. En estos tres compendios de relatos diversos Pedro Juan, personaje principal y recurrente, homónimo del autor; su hijo Pedrojoan y otros antihéroes y picaros cubanos, a través de sus aventuras, dramas, conflictos, sufrimientos, devaneos y fornicaciones desfilan a través de sus páginas en un carnaval gozoso y grotesco: que nos puede hacer estallar de risa, pero que también nos puede dejar una profunda huella de desolación como lectores. El amargo sabor de boca del entrometido que se regodea con la triste realidad de unos pobres seres que a falta de otro destino beben, juegan, se drogan y se revuelcan como si fuera su último día sobre la tierra.
Aunque como su título lo indica, esta novela no es solamente un compendio de ficciones que busca reflejar en todos los aspectos, el caos, la miseria y el desorden de la realidad cubana que describe. Algo interesante en esta trilogía sucia es que, no solamente se remite a narrar sucesos o a describir personas, pasiones y objetos, sino que aborda su universo con una mirada que también puede ser periodística, sociológica o psicológica, pero sin tampoco buscar verdades, hacer reportajes ni mover a la empatía o conmiseración. Al contrario, es digno de destacar los sentimientos ambiguos que nos provocan sus personajes machistas o racistas pero querendones y entregados, fluctuando entre la apatía y la fe, el egoísmo y la solidaridad, el pragmatismo y la superstición, entre otros aspectos que nos hacen amar y detestar a esa América Latina de vistas maravillosas, eventos increíbles y llena de recursos en la miseria. Por todo esto y por la nostálgica identificación que nos provoca el personaje de Pedro Juan, el exiliado que retorna a la tierra de sus odios y de sus amores, no podemos evitar encontrar Trilogía sucia de la Habana como un relato que nos resulta familiar.
Violeta Lemus