Una novela con excesivo amor por Élmer Mendoza

Me refiero a Aquellas horas que nos robaron, de Mónica Castellanos, que cuenta el conmovedor desempeño de Gilberto Bosques, cónsul general y posteriormente embajador de México en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, en el rescate de quince mil refugiados que llegaron a México y otros tantos que dotó de documentos para que pudieran sobrevivir en el país galo. Transcurrían esos días terribles y tanto españoles como judíos estaban amenazados de muerte y no debían estar desprotegidos. La autora entreteje cuatro historias: la de Mina Giralt, una niña barcelonesa de once años que pierde a sus padres en un bombardeo nazi y no tiene a nadie; la de Pierre Radványi, niño judío cuyo padre se encuentra confinado en un campo de concentración y él junto con su madre y hermana andan a salto de mata; la que cuenta Laura Bosques acerca de su familia y de lo que tuvieron que pasar mientras los nazis los acosaban y los bombarderos llenaban las noches de ruido y llamaradas; y por supuesto, la del diplomático que desde que empezó la conflagración no tuvo un día de reposo.

Desde luego, se trata de una novela biográfica; sin embargo, Mónica no se conforma con escribir la vida de Bosques, sino que crea una obra de imaginación donde la mezcla de personajes funciona perfectamente. Su estilo es vigoroso y dinámico. Sus capítulos son breves y potentes atmósferas donde la tensión se sostiene lo mismo que un tono con el que consigue que el lector se comprometa. Sin duda, es una narradora que controla los intersticios de los procesos narrativos logrando numerosos momentos inconsútiles que el lector siente en el corazón. Bosques nace en un pequeño pueblo en 1892. Apenas ha llegado al mundo cuando una viga del techo se desprende y por poco lo mata. Tal es el sino de este hombre que posteriormente se las verá con la misma Gestapo en las peores condiciones y no se doblegará. Su etapa de estudiante se interrumpe porque participa en la Revolución Mexicana en 1910, en donde se definirá parte de su carácter reflexivo y de firmeza en sus convicciones. Aprende a tomar decisiones en condiciones adversas. Después de la lucha contrae matrimonio y procrea dos hijas y un hijo. Su familia siempre está con él durante su trabajo en Francia y su reclusión en el centro de Alemania en plena guerra.

Desde una visión de equilibrio entre los buenos y los malos momentos de esa época, Castellanos logra un discurso emocionante donde cada capítulo nos da elementos para percibir la terrible situación que vive Mina, que huye de Barcelona y debe aprender rápido el significado de ser huérfana. En alguna parte del camino se encuentra a Francesc, joven de quince años, que se convierte en su protector hasta que topa con su propio infierno. Cada perfil está tan bien trabajado que los personajes son visibles. Vemos a estos chicos escabullirse, adelgazar, ser queridos por un escultor, detenidos y un día llegar a Marsella, donde el consulado mexicano, abierto en julio de 1940, está protegiendo refugiados. El caso de la familia Radványi nos hace sentir en la piel la persecución a los judíos y lo absurdo de ese castigo inmerecido e infame que aún en este tiempo es imposible de comprender. La novelista trabaja el proceso de asimilación de Pierre a la desgracia que es sumamente dolorosa y una terrible lección para una persona tan joven que nunca encontrará cuál es el inconveniente de ser judío. Un día, ellos también llegan a Marsella donde están las puertas del paraíso y Gilberto Bosques es el portero.

Aquellas horas que nos robaron es también una novela efervescente. Se puede sentir la tensión en cada página y es posible prenderse de la vida de los personajes que realmente soportan un sufrimiento que sólo el amor a la vida puede justificar. Lo mismo el trabajo de Gilberto Bosques, que empleó parte de su existencia, la seguridad de su familia y todos los recursos financieros que pudo conseguir para brindar un poco de luz a miles de personas que habían perdido la tierra. Las guerras devastan, pero no sólo traen muertos, sino un estado de indefensión, abandono, miseria, angustia y humillación que el embajador comprendió muy bien y supo, que si realmente quieres a tus iguales en desgracia, lo menos que puedes hacer es defenderlos, alimentarlos y darles cobijo hasta que estén a salvo. Gilberto Bosques es un gran hombre, y desde su biografía tan llena de peripecias así como de la ficción, podemos decir que con esta novela su presencia en la historia se ha agigantado.

Gilberto Bosques es mexicano, cierto; sin embargo, su comportamiento en una situación tan extrema como la que vivió en que tuvo que salvar a miles de gentes, lo convirtió en ciudadano del mundo. Todos los países son su patria. Hay un capítulo en la voz de Laura que da pie a lo que acabo de afirmar. Lloré. Sería estupendo saber que sentirán ustedes al llegar a este punto en la vida de un hombre que se dio a sí mismo siempre que fue necesario. Realmente Mónica Castellanos sabe llegar a lo más profundo del corazón, justo donde está el terciopelo que nos hace amar a los demás y fortalece el privilegio de compartir época con personas que son capaces de auxiliar a los otros.

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Élmer Mendoza (Culiacán, Sinaloa, 1949) es catedrático de literatura en la Universidad Autónoma de Sinaloa, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, presidente del Colegio de Sinaloa y comprometido promotor de la literatura a nivel nacional. Comenzó su carrera literaria en 1978, y en 1999 Un asesino solitario, su primera novela, de inmediato lo situó, a juicio del crítico Federico Campbell, como «el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en nuestro país». Con El amante de Janis Joplin obtuvo el XVII Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares y con Efecto tequila (2005) fue finalista del premio Dashiell Hammett.

En 2008 Balas de plata fue merecedora del III Premio Tusquets Editores de Novela, que lo consagró como escritor de primera fila en el panorama de la novela hispánica. Las novelas protagonizadas por Edgar «El Zurdo» Mendieta —Balas de plata (2008), La prueba del ácido (2010), Nombre de perro (2012), Besar al detective (Literatura Random House, 2015) y Asesinato en el Parque Sinaloa (Literatura Random House, 2017)— constituyen sin duda la saga policiaca más emblemática de la literatura mexicana que ha traspasado fronteras para ser conocida en diez idiomas.

No todos los besos son iguales (Alfaguara) y La cuarta pregunta (Alfaguara) llegaron en 2018 y 2019 al público juvenil. Ganador del Premio Letras de Sinaloa en 2019 y del Premio Negra y Criminal del Festival Tenerife Noir en 2020 por su trayectoria literaria.