Iván Thays, Un lugar llamado Oreja de Perro, Anagrama, 2008 [Un lieu nommé Oreille-de-Chien, Gallimard, 2011, 256p., 17,25 €]
Iván Thays (Lima, 1968) ha sido conductor de un programa de la televisión peruana, blogger literario y un escritor polémico, tanto, que causó revuelo por su crítica a la gastronomía peruana.
Lo llamaron joven promesa en 1992 por su libro Las fotografías de Frances Farmer y en 1998 fue finalista del Premio Copé por su obra La ópera gris. En 2001 vuelve a ser finalista por le Premio Rómulo Gallegos por su obra El viaje interior, la disciplina de la realidad. En 2008 fue también finalista del Premio Herralde con Un lugar llamado Oreja de Perro.
El personaje principal de esta última novela es un periodista que pierde a un hijo a muy temprana edad, así como a su esposa Mónica. Éste, además se involucra sentimentalmente con otra chica de nombre Jazmín.
El espacio donde ocurre esta historia es Oreja de Perro, una miserable ciudad andina cuyo perímetro precisamente tiene esa forma: constituido por 17 localidades y situado en un valle al este de Ayacucho. Es una zona de difícil acceso, sumida en la pobreza, desnutrición, analfabetismo, sin electricidad ni agua potable y dependiente del cultivo de la coca y, por lo tanto, vulnerable tanto a la violencia del narcotráfico como a la de la guerrilla senderista. La ciudad ha sido destruida por el terrorismo en los años 80 por lo que abundan las fosas comunes, un panorama nada alentador.
El protagonista se encuentra ahí para cubrir una visita del presidente Alejandro Toledo. Al evento, va acompañado de un fotógrafo alcohólico y cínico. Estarían cubriendo la nota sólo durante dos días, con temor a la fiebre de malta, y se verán obligados a tomar alimentos no pasteurizados, tallarines con pasta y atún en lata. Definitivamente nadie envidiaría estar en aquel lugar de “un silencio cargado de moscas” como dice el protagonista.
La trama es clara, atractiva, ágil, legible, fluida y los cabos son atados; tiene de alguna manera una narrativa cinematográfica. El narrador se dirige a los lectores con cautela y, sin arriesgar, hace una aseveración del tema principal de la novela, que es la violencia: “lo peor que podría pasarnos era acostumbrarnos a la muerte, a la impunidad, al horror, al mal”. Pero se queda ahí, sin atreverse a más, sin apostar a más…
Un lugar llamado Oreja de Perro es una lectura agradable. Tiene un gran valor simbólico por mostrar las secuelas de un pasado violento, pero no va hasta las últimas consecuencias en ese sentido.
Mónica Pinto