¿Cómo surgió la idea para su novela La fila india?
Yo vivía en aquella época cerca de las vías del tren en mi ciudad, Guadalajara, en una zona que se fue llenando de migrantes centroamericanos. Guadalajara está a cientos y cientos de kilómetros de la frontera y nunca hubo un gran flujo de migrantes por acá. Su presencia era una anomalía y quise saber qué había detrás de ello. Comencé a buscar información en los medios, en la academia, en las organizaciones civiles. Y me di a la tarea de oír lo que contaban los migrantes en la calle. Oír más que imponerles un cuestionario. Eso me sirvió.
Si escribiera hoy este libro, ¿cómo sería? ¿Percibe alguna evolución en la situación socio-política?
La situación es la misma o, acaso, ha recrudecido. Tristemente, escribiría la misma novela.
Al otro lado de la frontera estadounidense, la historia de La fila india continua. Todo migrante trae su maleta llena de recuerdos. ¿Habría la posibilidad de que escriba una secuela u otra novela que retome este tema?
Soy mexicano y vivo en México y La fila india es una novela que explora, más que las calamidades que se abaten sobre los migrantes, los cerebros turbios de los mexicanos que los discriminan, agreden y matan. En un sentido literario, como campo de mi propio trabajo, no tengo ninguna clase de interés por Estados Unidos. Las historias de los migrantes les pertenecen a ellos. Yo solo trataba de averiguar un poco de lo que pasa en mi propio país.
En La fila india, los personajes acaban de vivir experiencias brutales, son heridas muy recientes y algunos de ellos prefieren el silencio. Por un lado parecen actuar así para no complicar su situación y por otro lado, parece también que este silencio se debe a que las experiencias aún no se han asimilado y no han podido ser parte de una narración personal. ¿Comparte usted este punto de vista?
Acá toca hacer una distinción. Los personajes mexicanos de la novela hablan y dicen muchas cosas. La Negra o el Biempensante ejercen la narración y Vidal o Luna son personajes muy elocuentes. En cambio los migrantes, lo notan bien, no lo son. En su inmensa mayoría están muertos o son víctimas. Son el otro. En un sentido literario, sentía que usurparía un lugar que les toca si me apoderaba de su discurso y por eso hablan poco. Y además porque en la realidad hablan poco con los mexicanos. Aún así, Yein habla y dice cosas que me parecen muy potentes, cuando decide levantar la voz.
En su libro no se hace ninguna crítica a las razones de los centroamericanos que cruzan la frontera mexicana y tampoco se menciona el rol de los Estados Unidos en dicha situación. Sin embargo son los mexicanos quienes son cuestionados y duramente criticados, del ciudadano común a las autoridades políticas. ¿Hay un mensaje a sus lectores mexicanos, es una manera de hacerlos reaccionar?
Es una novela escrita por un mexicano y para mexicanos y latinoamericanos, en primer plano. Los motivos de los migrantes centroamericanos, como los de los millones de mexicanos que migraron a Estados Unidos, me parecen totalmente válidos. Y, lo repito, lo que hagan o dejen de hacer los Estados Unidos no me interesa literariamente. No escribo a su sombra ni para ellos (admiro, lo aclaro, grandes parcelas de la cultura gringa, no soy antigringo, solo creo que no me tocan como tema).
¿Es la migración interna o internacional una válvula de escape a situaciones irresolubles?
Siempre lo ha sido. Mi familia llegó a México desde España luego de la Guerra Civil. México fue su santuario. A la vez, millones de mexicanos han tenido que irse.
¿El sentido del humor en sus obras tiene como objetivo poder tolerar la corrupción, la impunidad, la violencia, el narcotráfico y la indiferencia o es más bien un rasgo mexicano?
La ironía forma parte de mi manera de entender la sociedad y el lenguaje. No creo que sea una característica nacional fatal. En México hay mucho humor pero también mucho melodrama. Pero yo no creo ser un humorista. Soy un escéptico perpetuo y soy un satírico, en todo caso, solo por momentos.
¿Cómo percibe las dinámicas de rechazo y racismo hacia los inmigrantes en un país con una tradición e identidad migrante tan fuerte como México?
Ese fue uno de los motivos que me llevaron a escribir el libro. Esa paradoja sangrienta de que los hijos de un país que migra tanto y que han sufrido el rechazo al migrar sean, a su vez, unos discriminadores. La novela no es un tratado de psicología social pero trato de ahondar en ello.
El personaje principal del libro es una mujer, ¿por qué escogió un personaje institucional femenino rodeado de hombres?
No fui capaz de imaginar un personaje masculino capaz de sentir la empatía que La Negra siente por Yein. A partir de esa imposibilidad construí una identidad femenina para esa voz, una identidad que, sin ser una heroína, era capaz de algo tan escaso en mi país: decencia.