El fragmento impertinente de Ethel Krauze par Mónica Castellanos

Versión en francés

Ethel Krauze, El fragmento impertinente, Typotaller & Paraíso Perdido, 2021, 104 p. [Inédit en français] México

El fragmento impertinente, es el nuevo título de la reconocida escritora Ethel Krauze, publicado por Typotaller y Paraíso Perdido en octubre de 2021 en México. 

El libro inicia con el cuento En carretera. Ethel Krauze deja en claro el camino por el que llevará al lector: un universo redondo que acontece desde la frase inicial “Siempre quise morder un melocotón maduro entre las piernas de una mujer. Suavecito, con los labios, y empaparme en su pulpa jugosa”; y la frase con que cierra el último cuento El hombre que hablaba con los pájaros: “Y entonces, ocurrió lo inevitable”.

Entre estas dos potentes imágenes, Ethel Krauze hilvana las tramas, como buena tejedora de historias, de veinte cuentos perfectamente bosquejados. Páginas pobladas con voces femeninas que buscan comprenderse a sí mismas, que anhelan, sienten, desean. Que desean y disfrutan la satisfacción de su deseo. 

El fragmento impertinente, cuento que titula el libro, es ese retazo, preciso, insidioso, inoportuno a veces, que nos recuerda quienes somos. 

En los primeros cuentos, Ethel Krauze explora el deseo en sus diversas formas. Haciendo eco a las palabras del psicoanalista francés, Jaques Lacan: “No eres tú, es lo que en ti inventa mi deseo”, nos lleva de manera magistral, a sus distintas posibilidades. Las imágenes propuestas nos aceleran el pulso.

En el siguiente bloque la violencia emerge. Son cuentos inquietantes. El lector no quedará inmune a esta trama compuesta con todos los hilos que tejen la mejor literatura. 

Ethel ha dicho en diversos foros que “los temas de mujeres son temas de todos, son temas de la sociedad y la escritura es la gran vía para que los hombres entren en este entendimiento.” 

La pregunta de M. la voz femenina nos dirá: “Trataba de entender, y eso toma todo el tiempo del mundo”. De aquí que lo más sobresaliente de El fragmento impertinente sea la combinación del deseo externo, de la sensualidad y la reflexión interna, de la comprensión del yo.

Ethel Krauze despliega un enorme arsenal de recursos para enriquecer su prosa poética. Conoce los mecanismos. Igual utiliza los frutos, los animales y las plantas, que la ingeniería: un durazno, la uva que se pasea por el cuerpo, el olor a guayaba pegado a la falda. Los ojos de tuna verde; conchas marinas, colibríes garganta rubí o un pepino de mar. Ficus, jacarandas, azaleas, tulipanes o buganvilias de floración obscena. 

“No hay mujer sin su metáfora” nos dirá en La página que falta. Y en el recuento de mujeres nos sumerge en ese desfile de ojos Modigliani y curvas a lo Botero, de olor a sal de las axilas o del lenguaje florido de las canas para advertir una belleza antes vedada por el prejuicio y la convención. 

Si como dijera Gustavo Adolfo Bécquer: “El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada” en El fragmento impertinente hay miradas y hay besos que no debemos pasar de largo. Miradas y besos que les conmino a leer. 

Mónica Castellanos