Ricardo Sumalavia, Historia de un brazo, Seix Barral, 2021, 96 p. Perú
Un hijo nos habla de su padre, un nonagenario que no ha podido resistir las complicaciones de una diálisis. Su relato atraviesa la compasión, la culpa, la nostalgia y la ternura, hitos necesarios en un duelo, pero lo grotesco en envoltura de humor negro no demora en surgir cuando nos enteramos de que el difunto ha cargado en el pecho un tercer brazo minúsculo, capaz de expresarse, señalar, acariciar y hasta de ser un aliado durante las maromas sexuales.
Con su tercera novela, Ricardo Sumalavia, un notable académico y narrador peruano, ratifica los aciertos que ha logrado en sus celebrados libros de relatos: la palabra bien escogida, la brevedad como estandarte y la instalación de inquietudes que se debaten entre lo siniestro y lo festivo : “En el vientre de mi madre me fui comiendo a mi hermano. Tuve varios meses para hacerlo. Lo devoré casi por completo, pero no me dieron tiempo para comerme su brazo”, solía decir el padre cada vez que tenía que explicar la existencia de su brazuelo, mientras el pequeño puño le mostraba el dedo medio en complicidad performática.
Que en español la palabra “miembro” pueda referirse tanto a una extremidad como a un pene halla su explicación en esta corta novela. La búsqueda del sexo y el regocijo que trae su hallazgo es uno de los temas que más han unido al padre y al hijo en su relación, pero el deterioro mental del anciano nos adentra en pasadizos que conectan a la realidad con la ensoñación, a la verdad oficial con lo que pudo haber ocurrido, al cariño por una nuera con un viejo deseo no dormido.
Sumalavia es un escritor que ha crecido entre las calles fascinantes de la Lima antigua, que ha trabajado en Francia y que ha vivido en Corea: esta novela, donde la belleza emerge de los claroscuros, recoge lo mejor de su experiencia vital y de sus creencias estéticas. Constituye una suerte para los lectores europeos que Eola Ediciones la haya publicado recientemente en España: sus admiradores lo aplaudimos a tres manos.
Gustavo Rodríguez