Entrevista a Santiago Gamboa

El lector y sus fantasmas.

Diez banderillas sobre Colombian Psycho.

Camilo Bogoya: ¿Qué significa escribir Colombian Psycho, si pensamos en el número de novelas, bastante importante, que hay detrás?

Santiago Gamboa: El propósito de mis novelas negras es siempre doble: reflexionar sobre los asuntos del mundo en el que vivo, y reflexionar de forma creativa sobre las armas que proporciona la literatura para comprender ese mismo mundo. Por eso mis novelas negras son, además de historias muy contemporáneas, propuestas estéticas; modos de mirar la realidad y de pensarla. Desde un punto de vista moral, toda novela negra escenifica la vieja lucha entre el bien y el mal, algo que ha ocupado la mente humana desde sus inicios y que está en la base de todas las religiones. La literatura es un sistema metafórico en el que se actualizan y tramitan esas preocupaciones de la condición humana. Creo profundamente en esto. Por eso hacer una versión literaria del mundo y sus problemas es un acto de humanismo. Es lo que diferencia la literatura de la historia, la sociología, la filosofía y la teología.

CB: En la novela hay una frase, o sentencia, que podría resumir toda la obra: los modos de matar son culturales.

SG: El crimen es una anomalía, pero también un hecho cultural. Por eso no se mata igual en todas partes, pues éste es a la vez muchas cosas: una sentencia, un grito de desesperanza, una advertencia, un gesto de autoridad, una forma de venganza, un acto ritual, un incidente, la negación de una narrativa y la afirmación de otra, la imposición de una forma simbólica, la mera destrucción, en fin. Todo esto está en contacto directo con formas metafóricas de narración no verbal que existen en una sociedad, y que cambian de cultura en cultura.

CB: En varias ocasiones se ha referido a la figura del detective y su verosimilitud en las sociedades latinoamericanas. En Colombian Psycho, la figura del detective se diversifica, no es un individuo sino una serie de personajes en los que resalta un fiscal y una periodista.

SG: Sí, hoy el héroe no puede ser sólo un individuo; el personaje solitario es anterior, está en la épica y en el romanticismo: uno contra el universo, el yo enfrentado a los males del mundo, la condición humana ante la necesidad de justicia. Tal como yo lo veo, hoy es más un grupo de hombres y mujeres que tienen aún la mística para devolver la armonía a la sociedad golpeada por el crimen, por el mal radical que existe y proviene de otros hombres y mujeres. Es una contienda puramente humanista, un enfrentamiento de individuos e ideas cuyo escenario son las calles poco frecuentadas, los parkings solitarios de los centros comerciales, los hoteles abandonados, las piscinas vacías en las que duerme un perro hambriento.

CB: A partir de la tercera parte, hacia la página cien, en una novela de casi seiscientas, aparece el escritor Santiago Gamboa y la intriga se quiebra. Empieza un ir y venir entre realidad y ficción. Aparece el escritor, como personaje, y surgen para el lector una multitud de preguntas que podríamos resumir en dos. Una de ellas podría llevarnos hasta Cervantes, quien tal vez inventa, o al menos vuelve célebre, el mecanismo. Y la otra nos lleva al personaje llamado Santiago Gamboa, que es y no es pura ficción.

SG: Es un recurso literario muy antiguo. En El banquete, uno de los diálogos de Platón sobre la vida de Sócrates, él escribe: « Platón, creo, no estaba ». A partir de ahí es bastante frecuente la presencia del autor en sus propias novelas. En la literatura latinoamericana clásica, Abaddón El Exterminador, de Ernesto Sabato, y La tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa, incorporan al autor como protagonista. En la literatura francesa se inventó eso que hoy se suele llamar « autoficción », partiendo de Proust, en donde el protagonista es el mismo autor. En mi escritura está muy presente la tradición literaria, siempre, pues es para mí el único verdadero criterio de autoridad en un mundo desprovisto de reglas, como es el del arte. La novela negra, por haber sido considerada un género menor y por una cierta tradición de « literatura popular », no ha sido un espacio en el que se reflexiona sobre la literatura, como sí se ha hecho en la poesía o en la novela a secas. Por eso en mis novelas negras quiero tener la libertad de pensar también sobre lo que es una novela, sobre los puntos de vista literarios y sobre lo esencial o novedoso que puede aportar este género a una visión unificadora del arte.

CB: Ese salto de la ficción a la realidad se aborda en la novela desde el peligro. Que la ficción invada la realidad se vuelve no solo inquietante, sino mortífero. En este juego, que es lúdico y divertido, es decir, lleno de emociones para el lector, la novela se convierte en una pregunta sobre los peligros reales de la ficción.

SG: La verosimilitud de cada libro es diferente, y para mí es lo fundamental en una novela. La relación entre ficción y realidad, para mi gusto, permite al lector moverse en un imaginario más cercano a su propia vida, y esto le da un carácter más vívido, más íntimo. Los ejercicios que son puramente imaginarios o exclusivamente de lenguaje plantean una literatura muy diferente. A mí me gusta que el lector se enamore de un personaje y odie a otro, que sienta miedo y se ría, que sea feliz y se excite. Es el realismo que le conviene a mis historias.

CB: Colombian Psycho es una novela de parejas, como si fuera un modelo arquetípico. El fiscal Jutsiñamuy y el agente Laiseca; Julieta Lezama y Johana Triviño. Novela de parejas y de desdoblamientos: Marlon Jairo y Josefina; Carlos Melinger y Lobsang Gautama Neftalí; la cárcel del Buen Pastor y la cárcel de La Picota, por ejemplo.

SG: Tal vez consista en lograr un equilibrio. Pero es algo completamente intuitivo, de lo que no era consciente. Su pregunta me lo hace comprender por primera vez. Tal vez tenga que ver con evitar la figura del héroe solitario. Nadie puede salvar a su sociedad así. La salvación debe surgir de un pacto colectivo: todos nos salvamos a todos.

CB: El fiscal Jutsiñamuy y el agente Laiseca tienen conversaciones profesionales, literarias, gastronómicas, personales, filosóficas. Están siempre en una pugna cordial y humorística por entender el mundo, la vida individual y el funcionamiento de la sociedad colombiana.

SG: Es el tipo de relación que imagino entre dos agentes de la Fiscalía. Me gustan las relaciones laborales: personas que pasan mucho tiempo juntas y que sólo los une el vínculo de la responsabilidad y el deber. No son amigos, no son familiares. Sus conversaciones muestran una temperatura humana que me gusta en ese tipo de situación.

CB: Pareciera que en Colombian Psycho hay una ambición balzaciana, es decir, recorrer el mayor número de capas sociales a través de una gama variadísima de personajes.

SG: Bueno, la novela (como dice Balzac citado por Vargas Llosa) “es la historia secreta de las naciones”. Desde este punto de vista me gusta introducirme en los vericuetos de una sociedad, mirar por todas las ventanas indiscretas, abrir todas las puertas. La novela no es el discurso de la verdad, pero sí una representación de todo un mundo.

CB: Si para Balzac los motores de la sociedad eran la ambición y el dinero, ¿cuáles serían para usted en el caso de Colombian Psycho?

SG: Los mismos. No han cambiado. Recuerde lo que dice Houellebecq en su libro sobre Lovecraft: el valor social de una persona, hoy, se mide por su eficacia económica y su potencial erótico. Sobre ambos pesan la ambición y el dinero.

CB: ¿Qué es lo más complejo a la hora de enfrentarse a una, digamos por comodidad, novela negra?

SG: Las dificultades son las mismas que ante cualquier otro tipo de obra literaria. Para ser una buena novela negra debe ser, ante todo, una buena novela a secas.

Santiago Gambao, Colombian Psycho, Alfaguara, 2022