Alejandra Costamagna, El sistema del tacto, Anagrama, 2018
Alejandra Costamagna, escritora y periodista, nació en Santiago de Chile en 1970. Su carrera literaria comienza en la década de los 90. Alejandra es de familia argentina y esta doble convivencia de nacionalidades es un tema presente en su obra, en donde sobrevuela un sentimiento de desarraigo o falta de pertenencia, lo desagradable de no encajar.
Es complicado para mí comprender casos como el de Costamagna. Yo soy mexicana, de Guadalajara, Jalisco, “tapatía” cien por cierto y en ningún momento me he enfrentado a esa falta de identidad que provoca el no sentirte ni de aquí ni de allá. En su obra El sistema del tacto, Costamagna nos habla de esta tensión interna que produce el desarraigo.
La trama se inicia cuando el padre de Ania, la protagonista, le pide uno de esos favores que parecen odiseas: ir a darle el último adiós a su tío Agustín, quien se encuentra en Campana, una ciudad de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Para llegar a la ciudad, Aina tendrá que recorrer 1500 km, cruzar una montaña y la frontera que separa a Chile de Argentina. En Chile, Ania tiene ordenada su vida: pasea perros y gatos, riega jardines, tiene un novio veinticinco años mayor que ella. Parece feliz. Esta estabilidad, a largo de la historia y de su viaje, se empieza a resquebrajar: insomnio y tedio aparecen como síntomas del hecho de no sentirse realizada.
Puedes leer la obra de una manera rápida, la narración no es lineal, elemento que la hace aún más interesante. La novela está situada en dos épocas diferentes: la primera, en la de su edad adulta, el siglo XXI, y la segunda, en su infancia junto a su tío Agustín en 1970. A su vez, la presencia de éste es ubicua: nos rodean fotografías, recuerdos y cartas escritas por él.
Con un narrador omnisciente que en 182 páginas tiene acceso a emociones y pensamientos, esta historia nostálgica te envuelve, como lo muestra este párrafo, que, para mí, podría resumir toda la novela: “Ania Coletti está en Campana, Ania Coletti ha reemplazado a su padre y ha enterrado al último integrante de la familia, Ania Coletti ha cumplido el mandato tal como estaba previsto y ahora tiene la sensación de haber huído de algo que no sabe nombrar”.
Mónica Pinto