L’autre Amérique: Para un lector francés, ¿cómo definiría la editorial La Pollera? ¿De dónde surgió esta idea de fundarla?
Simón Ergas: Es difícil definirla puesto que ha ido cambiando a medida que nosotros cambiamos, aprendemos y nos ponemos nuevos desafíos. Lo que la define, quizás, es que la editorial es parte de quienes la formamos y quienes la formamos somos parte de ella: decidimos el catálogo, decidimos el ritmo de publicación, los caminos que tomaremos y todo en base a nuestras necesidades y aspiraciones. Quizás eso nos hace independientes. No hay algo más grande que el grupo humano Pollera que nos guíe o nos mandate.
Podríamos decir que La Pollera nace de casualidad, pero estábamos buscando un oficio cercano a la literatura. Yo y mi socio, Nicolás Leyton, compañeros en la universidad, estábamos prontos a licenciarnos y queríamos mantenernos ahí, en lo que nos gustaba, pero buscar la forma de hacerlo también un trabajo. Él era profesor universitario, yo escritor en español, pero también en html y programaba páginas web. Entonces nos topamos con la obra de José Edwards, un autor de la generación del 38 chilena, amigo de los escritores de esa época, pero que nunca publicó. Y en casa de uno de sus hijos estaba el material que nos permitió obtener un fondo público para editar tres libros. Nuestros tres primeros títulos, financiados, nos abrieron el camino porque formamos un equipo de trabajo, el primer equipo: yo, mi socio y el diseñador, Pablo Martínez (quien hoy también es socio); también nos pudimos equivocar mucho conociendo la distribución y la difusión de manera muy artesanal.
¿Existen otras editoriales como La Pollera en Chile? ¿Cuál es su relación con
ellas?
SE: Claro que existen. Las editoriales independientes son un montón y las que se mantienen en el nicho literario también. Este año La Furia del Libro tendrá más de 250 inscritos. Tuvimos que hacerla en un espacio más grande.
Pero con algunas editoriales mantenemos cierta complicidad, porque nos conocemos personalmente y por coincidencias en el catálogo. Nuestra relación más fuerte es con Alquimia: compartimos stand en ferias, viajamos juntos a las ferias extranjeras, e incluso hemos ganado fondos en conjunto para explorar mercados internacionales. Estamos en contacto e intercambio permanente.
¿Cuáles son los grandes obstáculos a superar en el mercado editorial chileno?
¿Es la geografía del extenso territorio chileno el principal reto?
SE: Un gran desafío es recuperar nuestra Feria del Libro, que desde hace años viene en decadencia. Fue gradualmente perdiendo importancia para las editoriales a medida se multiplicaban las independientes y emergentes y no encontraban eco en la FILSA. Finalmente el desinterés de las trasnacionales la sepultó. Nuestra Cámara del Libro no quiso verlo venir. Tienen todo amarrado y no creo que tengan ganas de hacer muchos cambios. Creo que casi no hay editoriales pertenecientes a la Cámara actualmente.
La geografía también es un desafío, llegar a las puntas aumenta el precio de los libros, para las editoriales extremas venir a las ferias de la capital es un problema. El mercado lector no es muy grande y las editoriales independientes están desde hace unos años apuntando a su internacionalización.
¿Considera usted a Chile como un país de poetas o simplemente un país de escritores?
SE: Lo que más me ha sorprendido el último tiempo (porque estamos preparando un proyecto con sus Recados completos) es que es probable que gran parte del mérito de Gabriela Mistral para recibir el Premio Nobel está en su prosa. Ella publicó en prensa, en diarios de diversos países (latinoamerica sobre todo pero Estados Unidos y Europa también). Seguramente no es la discusión a la que apuntaba esta pregunta de la entrevista, pero ¿los poetas no son escritores? ¿Hay poetas que no son escritores?